Panamá siempre ha sido un punto de encuentro entre culturas, ganándonos el apodo de «crisol de razas». El Instituto Nacional de Cultura (ver: www.inac.gob.pa) administra 23 centros dedicados a la enseñanza de diversas expresiones artísticas, organiza concursos y becas literarias. Cuenta con 13 centros regionales, administra el Teatro Anita Villalaz, el Teatro Nacional y el Teatro Balboa, coordina la Orquesta Si nfónica y el Ballet Nacional, además mantiene 18 museos entre los que se destacan el Museo de Arte Religioso, el Museo Antropológico Reina Torres de Arauz y el Museo Afroantillano.
Panamá, a pesar de que no es reconocido como tal en la actualidad goza de una gran riqueza cultural que se demuestra en la conservación de 5 conjuntos monumentales y los 90 bienes inmuebles declarados monumentos históricos nacionales, entre ellos, los declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
El Instituto Nacional de Cultura tiene la finalidad de orientar, fomentar, coordinar, dirigir y promover actividades culturales a lo largo del territorio nacional; además de proteger, rescatar, difundir y conservar el Patrimonio Cultural e Histórico de nuestro país, en especial, la identidad, los valores de los pueblos, el arte y las tradiciones panameñas, al igual que nuestro folklore, a fin de que las futuras generaciones conozcan los antecedentes culturales, en el devenir histórico nacional de nuestra República.
Con más de 3.3 millones de habitantes, su población está compuesta en un 67% de mestizos (amerindios con blancos) y mulatos (blancos con negros), 14% negros, 10% blancos; un 6% de amerindios (indígenas) y un 3% de personas de orígenes étnicos variados. Siendo un país que respeta el libre credo, la población de nuestro país está compuesta por una mayoría Católica Romana de un 85%, por lo que fechas como la Navidad y los Carnavales, colorida y agitada festividad de cuatro días precedente a la Cuaresma, son ampliamente celebradas en Panamá. Le siguen los cristianos evangélicos con un 10%. El 5% restante se divide entre el Judaísmo, el Budismo, el Hinduismo, la Ortodoxia y grupos derivados del cristianismo protestante como Testigos de Jehová y Adventistas del Séptimo Día.
Los siete grupos indígenas de Panamá se encuentran asentados en territorios semiautónomos. Los más representativos de la región occidental, como las provincias de Chiriquí, Bocas del Toro y Veraguas son los Ngobe y los Bugle‚, Naso-Teribe y los Bri-bri. Juntos comprenden un 70% de la población indígena del país. En la región oriental de Panamá está poblada por los Embera y los Wounaan en el Darién, y los Kunas en la comarca de Kuna Yala. Los Embera y los Wounaan viven en la selva tropical, tal como sus ancestros lo hicieron durante siglos. Su comprensión y respeto por la naturaleza es innato, y sus habilidades en el tallado y tejido de canastas es exquisito. Los Kuna se asentaron en las costas e islas del Caribe y se caracterizan por una férrea protección de sus tradiciones y por sus molas, las cuales son artesanías hechas con aplicados sobre tela.
Los descendientes de africanos se establecieron en la región central de Panamá y en el Darién, donde la cadencia del Bullerengue y el Bunde todavía evocan los orígenes de sus tradiciones. Originalmente, fueron traídos al istmo por los colonos españoles para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Una segunda ola de inmigración negra llegó al istmo desde las Antillas para la construcción del Canal de Panamá, a inicios del siglo 20. Este grupo, de habla inglesa, se estableció en la Ciudad de Panamá, Colón y Bocas del Toro. Los mestizos y mulatos son el resultado de años de uniones entre diversas razas y etnias, dispersos en todo Panamá, su folklore se expresa por medio de la música y danza, comidas regionales como el arroz con pollo y sancocho de gallina, su actitud festiva, la que reluce en ferias y festivales, así como su característico trato amigable hacia los extranjeros.
La posición geográfica privilegiada de nuestro país lo ha convertido en un punto de encuentro entre diversas etnias y razas, hoy en día accesible para todo viajero, haciéndolos sentir en casa, recordando siempre sus tradiciones y su constante deseo de evolucionar como cultura.